Mientras
un maestro de escuela debe considerarse completamente fracasado si sus
alumnos salen a la vida sin los pertrechos indispensables, lo que
significa saber leer, escribir y calcular correctamente, en cambio, una escuela secundaria que no haya dejado en la memoria de los alumnos
indeleblemente grabada para siempre ninguna declinación latina, ninguna
fórmula trigonométrica, ninguna especie botánica, será, sin
embrago, una escuela eficaz si ha logrado despertar en el alumno la
afición por la lectura de obras literarias, el hábito de razonamiento
cuidadoso, el amor a la naturaleza y el sentido de la observación,
porque, en fin de cuentas, ese imponderable que se llama cultura general
no es sino aquello que queda en el espíritu después de haber olvidado
todo lo aprendido en el período escolar.
Pedro Puig Adam
Pedro Puig Adam
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